Volumen 8: n.o 1, enero de 2011
M. King, PhD, Director cient�fico, Institutos Canadienses de
Investigaci�n en Salud, Instituto de Salud de las Poblaciones Ind�genas
* Este art�culo es parte de la iniciativa de
publicaci�n conjunta entre Preventing Chronic Disease y Chronic
Diseases in Canada. Preventing Chronic Disease es la entidad
editora secundaria, mientras que Chronic Diseases in Canada es la
principal.
Citaci�n sugerida para este art�culo: La
publicaci�n primaria se puede consultar en: King M. Enfermedades
cr�nicas y mortalidad en poblaciones ind�genas canadienses: Lecciones
aprendidas. Chronic Dis Can. 2010;31(1):2-3.
http://www.phac-aspc.gc.ca/publicat/cdic-mcc/31-1/ar-02-eng.php.
Es un hecho triste que las poblaciones ind�genas de Canad�, ya sea que
vivan en comunidades rurales o centros urbanos, tengan una expectativa de
vida significativamente menor que la de la poblaci�n canadiense no ind�gena1.
La brecha en el estado de salud de la poblaci�n ind�gena canadiense es un
motivo de continua preocupaci�n2; reconocer y comprender los
determinantes sociales de salud es de suma importancia para entender las
diferencias en el estado de salud y, desde mi punto de vista, fundamental
para poder abordar y corregir este problema en forma exitosa. Sin embargo,
es importante observar que en esta poblaci�n ind�gena existen determinantes
sociales �nicos relacionados con su cultura, historia y colonizaci�n, as�
como con el contexto actual social, econ�mico, pol�tico y geogr�fico en el
que se desenvuelven3.
Bruce et al.4 estudiaron en una poblaci�n de las Naciones
Originarias de Manitoba la obesidad y enfermedades concurrentes, como la
dislipidemia, hipertensi�n y diabetes. En sus investigaciones encontraron,
al igual que ocurre en otras poblaciones ind�genas (p. ej., en los
Saskatchewan5 que viven en �reas cercanas), que la prevalencia de
obesidad y estas enfermedades concurrentes es m�s alta en las mujeres que en
los hombres, y que las enfermedades concurrentes son frecuentes aun en los
adultos j�venes. Tambi�n es com�n que la hipertensi�n no haya sido
diagnosticada. En la misma comunidad de Naciones Originarias de Manitoba,
Riediger et al.6 encontraron un alto riesgo de enfermedades
cardiovasculares debido a niveles bajos de apolipoprote�na A1, en especial
en las mujeres.
Ng et al.7, investigaron la artritis en las poblaciones
ind�genas del pa�s, y se concentraron en las diferencias entre las
poblaciones de los territorios del norte y de las 10 provincias del sur.
Utilizaron datos de la Encuesta de Poblaciones Ind�genas (APS) del 2006, una
encuesta realizada por la Agencia Nacional de Estad�sticas Statistics
Canada despu�s del censo, que indaga sobre factores de salud, sociales y
econ�micos. La APS incluye a los Inuit y M�tis, as� como las Naciones
Originarias que viven fuera de las reservas ind�genas; las poblaciones que
viven en las reservas fueron entrevistadas en la Encuesta de Salud
Longitudinal Regional 2002/03, realizada por la Asamblea de las Naciones
Originarias8. Debido a que hubo una mayor representaci�n en la
muestra de la APS de los residentes del norte, se pueden realizar
comparaciones eficaces con las comunidades m�s numerosas del sur. La
artritis y el reumatismo autorreportados son las afecciones que se indican
con m�s frecuencia en las poblaciones ind�genas de Canad�. En el sur, en
donde habita m�s del 90% de la poblaci�n ind�gena, la prevalencia general es
del 20.1% en comparaci�n con el 25.3% en poblaciones que viven en reservas
ind�genas ubicadas en la misma �rea geogr�fica8. La prevalencia
de artritis y reumatismo en el norte es considerablemente menor (12.7% en
general) y es m�s baja tanto para habitantes de las Naciones Originarias
como para los Inuit, en comparaci�n con las poblaciones del sur. Una
proporci�n m�s alta de personas con artritis reportan al menos otra
enfermedad cr�nica y m�s personas con artritis consultan a profesionales de
la salud, mientras que hay menos, lo cual no es de extra�ar, personas con
empleo, aunque no se estableci� una relaci�n causa y efecto.
Tjepkema et al.1 analizaron la mortalidad en adultos ind�genas
urbanos durante un periodo de 11 a�os (1991-2001), estudiando y relacionando
los datos de registros de muertes con los del censo, as� como con los
suministrados en las declaraciones de rentas individuales, para obtener una
cohorte de ind�genas urbanos de aproximadamente 25 500 en una cohorte urbana
total de 2.6 millones. La principal variable, la expectativa de vida
restante a los 25 a�os, es significativamente menor en los ind�genas que
viven en centros urbanos que para los canadienses urbanos que no son
ind�genas. En los hombres, la expectativa de vida es 4.7 a�os m�s baja y en
las mujeres es 6.5 a�os. Estas diferencias son casi las mismas observadas en
las cifras totales que incluyen residentes de reservaciones ind�genas y
�reas no urbanas publicadas recientemente por los mismos investigadores9;
tambi�n se muestra el mismo sesgo por sexo, es decir, la brecha en la
expectativa de vida es mayor en las mujeres ind�genas en unos 2 a�os9.
Los investigadores encontraron que las dos causas principales de mortalidad
en canadienses ind�genas son enfermedades del sistema circulatorio y
c�nceres, la primera afecci�n en proporciones altas en hombres y mujeres en
comparaci�n con poblaciones no ind�genas, y la �ltima solo en las mujeres
ind�genas1. Muchas causas espec�ficas de muerte se presentan en
proporci�n marcadamente elevada, en particular las asociadas al alcohol y
las externas, como suicidios y accidentes; las muertes que se pueden evitar
con intervenciones m�dicas son altas tanto en hombres como en mujeres1.
Es importante contar con las descripciones y entender la brecha en salud
y los factores de riesgo de enfermedades cr�nicas en las poblaciones
ind�genas de Canad�, sin embargo, necesitamos comprender todas las causas y
crear intervenciones que aborden, prevengan y reviertan los problemas. Los
cuatro estudios que se describen en esta edici�n abordan dentro de su campo
de inter�s la simple descripci�n y ahondan en el tema hasta lograr un
entendimiento de los factores de riesgo f�sicos, socioecon�micos y sociales.
El siguiente paso, y tal vez el m�s importante, es c�mo usar este
conocimiento para corregir la disparidad. El estudio realizado por Bruce et
al.4 nos ofrece una esperanza: la comunidad est� participando en
proyectos para abordar, prevenir y tal vez hasta revertir la obesidad, que
seg�n lo que predicen los factores de riesgo presentes ser�a inevitable. Se
dan pocos detalles, pero nos han informado que se est� llevando a cabo un
proyecto cuyo fin ser� prevenir la diabetes gestacional mediante el control
del aumento del peso durante el embarazo; que la comunidad opera un gimnasio,
en donde se ofrecen clases sobre dieta, ejercicio y bienestar general; y que
se est�n organizando grupos para realizar caminatas, as� como programas de
actividades en las escuelas. Al mismo tiempo, los investigadores contin�an
su trabajo en la comunidad. No es justo esperar el mismo nivel de
seguimiento con respecto a los datos de la encuesta nacional, ya que las
iniciativas de acci�n para usar la informaci�n de salud y transformar las
conductas y las condiciones generales requieren del compromiso de la
comunidad local. Sin embargo, es importante trabajar con organizaciones
nacionales para transformar los conocimientos de salud en acciones y
pol�ticas.
Los Institutos Canadienses de Investigaci�n en Salud (CIHR) apoyan la
iniciativa de reducir las desigualdades de salud de las poblaciones
ind�genas como uno de sus principales objetivos estrat�gicos.10
El Instituto de Salud de las Poblaciones Ind�genas (IAPH) del CIHR apoya la
participaci�n comunitaria, la formaci�n de capacidad y el establecimiento de
redes de colaboraci�n como las plataformas clave para lograr la equidad en
la salud de las personas ind�genas, y continuar� haci�ndolo. Sin embargo,
tenemos que dar un paso m�s hacia el campo de la investigaci�n de
intervenciones (�qu� funcion�, que no funcion� y por qu�?) y la aplicaci�n
de los conocimientos (adaptarlos a diferentes contextos y a mayor escala)
para definir los modelos de buenas pr�cticas que permitir�n que nuestras
comunidades logren sus metas de alcanzar equidad en la salud. Por cuanto la
equidad en salud nunca se podr� lograr si no existe un todo que incluya los
aspectos mentales, f�sicos, emocionales y espirituales de nuestras vidas,
debemos ver m�s all� de los determinantes sociales convencionales para
examinar factores que incluyen fomentar la capacidad de recuperaci�n a
trav�s de actividades espirituales, culturales, de revitalizaci�n del idioma
y de la tradici�n, as� como de otras formas de conexi�n cultural3.
Al realizar m�s investigaciones y con la participaci�n de las comunidades
locales, regionales y nacionales, esperamos eliminar con el tiempo la brecha
en la salud que divide las poblaciones ind�genas de Canad� del resto de la
poblaci�n no ind�gena.
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Referencias bibliográficas
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