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Volumen 8: n.o 2, marzo de 2011
INVESTIGACIÓN ORIGINAL
Obst�culos para la
detecci�n del c�ncer colorrectal: Perspectivas de m�dicos y de la poblaci�n general,
Nuevo M�xico, 2006
Richard M. Hoffman, MD, MPH; Robert L. Rhyne, MD, MPH; Deborah L.
Helitzer, ScD; S. Noell Stone, MPH; Andrew L. Sussman, PhD, MCRP; Elizabeth
E. Bruggeman, PhD, MA; Robyn Viera; Teddy D. Warner, PhD
Citaci�n sugerida para este art�culo: Hoffman RM,
Rhyne RL, Helitzer DL, Stone SN, Sussman AL, Bruggeman EE, et al. Obst�culos
para la detecci�n del c�ncer colorrectal: perspectivas de m�dicos y de la
poblaci�n general, Nuevo M�xico, 2006. Prev Chronic Dis 2011;8(2):A35.
http://www.cdc.gov/pcd/issues/2011/mar/10_0081_es.htm. Consulta: [fecha].
REVISADO POR EXPERTOS
Resumen
Introducci�n
Las tasas de pruebas de detecci�n de c�ncer colorrectal (CCR) son bajas en
Nuevo M�xico. Utilizamos encuestas estatales a m�dicos de atenci�n primaria
y a la poblaci�n general para caracterizar sus pr�cticas en la realizaci�n
de pruebas de detecci�n de CCR y comparar sus percepciones acerca de los
obst�culos para la detecci�n.
M�todos
En el 2006, realizamos una encuesta a 714 m�dicos de atenci�n primaria en
Nuevo M�xico sobre sus pr�cticas para la detecci�n de CCR, creencias y
percepciones de los pacientes, prestadores de servicios m�dicos y obst�culos
del sistema. En el 2004, la encuesta del Sistema de Vigilancia de Factores
de Riesgo del Comportamiento (BRFSS) incluy� un m�dulo estatal espec�fico
que pregunt� a 3,355 participantes de 50 a�os de edad o m�s por qu� no se
hab�an hecho nunca o recientemente una prueba de sangre oculta en heces
(FOBT) o
una endoscopia baja.
Resultados
Los 216 m�dicos (tasa de respuesta del 30%) reportaron que ofrecieron
pruebas de detecci�n a un promedio del 80% de sus pacientes de riesgo normal
y calcularon que, en promedio, el 50% estaba al d�a con sus pruebas de
detecci�n. Los encuestados atribuyeron la baja proporci�n en la realizaci�n
de estas pruebas principalmente a factores asociados a los pacientes
(verg�enza, miedo al dolor, carencia de seguro m�dico). Sin embargo, solo el
51% de los m�dicos que respondi� utilizaba registros de control m�dico y
solo el 13% usaba expedientes m�dicos electr�nicos para identificar a los
pacientes con fechas pendientes para realizaci�n de pruebas de detecci�n de
CCR. La raz�n m�s frecuente que dieron los encuestados de la BRFSS de no
estar al d�a con sus pruebas de detecci�n fue que sus m�dicos no se las
hab�an mencionado (45% de FOBT, 34% de endoscopias); otro factor que
atribuyeron para no hacerse las pruebas fue que eran asintom�ticos (22% de
FOBT, 36% de endoscopias).
Conclusi�n
Los m�dicos y los adultos de la poblaci�n general tienen perspectivas
marcadamente distintas sobre los obst�culos que hay para la detecci�n de CCR.
Para aumentar la realizaci�n de pruebas de detecci�n puede ser necesario
implementar sistemas de apoyo que ayuden a los m�dicos a identificar a los
pacientes con fecha pendiente para la realizaci�n de sus pruebas de
detecci�n de CCR e intervenciones para educar a los pacientes sobre la
justificaci�n de estas pruebas.
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Introducci�n
El c�ncer colorrectal (CCR) es el cuarto c�ncer que se diagnostica con
m�s frecuencia en Nuevo M�xico y la segunda causa de muerte por c�ncer (1).
En el 2009, se estima que 800 nuevos casos de CCR se diagnosticaron en Nuevo
M�xico y alrededor de 300 personas murieron por la enfermedad. Si bien la
detecci�n de CCR reduce la incidencia y la mortalidad de la enfermedad
(2-4), se considera que solo poco m�s de la mitad de los adultos de Nuevo
M�xico de 50 a�os o m�s est�n al d�a con sus pruebas de detecci�n (5). En
consecuencia, menos de la mitad de los c�nceres en Nuevo M�xico se
diagnostican en un estadio precoz, cuando su tratamiento es m�s eficaz (6).
La Iniciativa de Prevenci�n Cl�nica de Nuevo M�xico, una colaboraci�n
estatal entre empresas prestadoras de servicios m�dicos apoyada por el
Departamento de Salud del estado y los Centros para el Control y la
Prevenci�n de Enfermedades (CDC) (7), realiza actividades para mejorar la
administraci�n de servicios preventivos de importante repercusi�n (8) al
dirigir sus esfuerzos a proveedores de atenci�n m�dica primaria. Para
orientar las intervenciones, el grupo de trabajo del CCR de la Iniciativa de
Prevenci�n Cl�nica decidi� realizar una encuesta entre los m�dicos de
atenci�n primaria con el fin de identificar los obst�culos que perciben para
la realizaci�n de pruebas de detecci�n de CCR. El Departamento de Salud
tambi�n hab�a recogido recientemente informaci�n de la poblaci�n sobre su
percepci�n de los obst�culos para la detecci�n a trav�s de la encuesta del
Sistema de Vigilancia de Factores de Riesgo del Comportamiento (BRFSS).
A pesar de que en las publicaciones cient�ficas (9-14) se han
identificado muchos obst�culos y factores que facilitan la detecci�n de CCR,
como los que se relacionan con los pacientes, los proveedores de atenci�n
m�dica, el sistema de salud y las pol�ticas, pocas encuestas han podido
comparar las respuestas contempor�neas de m�dicos y poblaci�n general (15).
Adem�s, muchos estudios fueron realizados antes de que Medicare comenzara a
reembolsar los gastos en colonoscopias exploratorias en el 2001 y de que el
Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos (USPSTF) publicara en el 2002
directrices que recomiendan con mucho �nfasis las pruebas de detecci�n de
CCR (16), las cuales afectaron considerablemente las pr�cticas en la
realizaci�n de estas pruebas (5,17). Los resultados obtenidos en estados o
regiones distintas no necesariamente se pueden aplicar a Nuevo M�xico; la
poblaci�n neomexicana se hace pruebas de detecci�n de CCR en menor
proporci�n que el promedio nacional (54.8% frente a 57.3%) (5). Por otra
parte, los datos nacionales muestran una disminuci�n en la incidencia de CCR
de 1997 al 2006 para ambos sexos y todos los grupos raciales o �tnicos
principales (18); no obstante, la incidencia en Nuevo M�xico se ha mantenido
invariable o ha aumentado en los hispanos y los indoamericanos (6). Nuevo
M�xico es el quinto estado m�s grande del pa�s, pero ocupa el lugar 36 por
cantidad de habitantes y, en comparaci�n con la poblaci�n nacional, tiene
porcentajes significativamente mayores de hispanos (45 frente a 15%) e
indoamericanos (10 frente a 1%) (19). Dadas las tendencias an�malas de Nuevo
M�xico en la incidencia de CCR y la diversidad de sus poblaciones
minoritarias, el objetivo principal de nuestro estudio fue caracterizar de
manera completa las pr�cticas reportadas por los proveedores de atenci�n
m�dica y los obst�culos a la realizaci�n de pruebas de detecci�n de CCR. El
segundo objetivo fue comparar las percepciones de los proveedores de
atenci�n m�dica con las de la poblaci�n general.
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M�todos
Encuesta a m�dicos
Un equipo de expertos en contenido y metodolog�a del Centro Oncol�gico de
la Universidad de Nuevo M�xico elabor� en el 2005 una encuesta para m�dicos
de atenci�n primaria. Algunos elementos fueron adaptados de la encuesta
sobre los obst�culos a la detecci�n de CCR dise�ada por el Instituto
Nacional del C�ncer (15). Examinamos la encuesta despu�s de realizar una
prueba piloto con una muestra de 5 m�dicos de atenci�n primaria que
evaluaron el contenido y la validez nominal. La versi�n final de la encuesta
de 34 preguntas se dividi� en 6 secciones que abordaban estrategias de los
consultorios m�dicos y sistema de apoyo para llevar a cabo la detecci�n (educaci�n
del paciente, recordatorios, seguimiento), justificaci�n para recomendar la
realizaci�n de pruebas (factores influenciables), creencias sobre las
pruebas y pr�cticas para la detecci�n del c�ncer (percepci�n de la eficacia,
recomendaciones de pruebas y cumplimiento de los pacientes), obst�culos a la
detecci�n (paciente, proveedor de atenci�n m�dica, sistema), caracter�sticas
de los consultorios m�dicos (tipo, localizaci�n, tama�o) y caracter�sticas
de los m�dicos (datos demogr�ficos y especialidad). (El lector puede
solicitar una copia de la encuesta al autor correspondiente.) Los elementos
sobre las pr�cticas en la detecci�n se basaron en las recomendaciones del
USPSTF (16) para pacientes de riesgo normal de 50 a�os de edad o m�s e
incluyeron las opciones de colonoscopia, sigmoidoscopia flexible, enema de
bario y prueba de sangre oculta en heces (FOBT). Utilizamos escalas de
graduaci�n 6 puntos desde �nunca�/�no� = 1 a �m�s�/�mucho� = 6 para medir
las preguntas que evaluaban creencias, pr�cticas y obst�culos. La comisi�n
de �tica para experimentos con seres humanos de la Universidad de Nuevo
M�xico aprob� la encuesta para los m�dicos.
Identificamos a los posibles encuestados a partir del directorio de
proveedores del 2006 de la Comisi�n de Examinadores M�dicos de Nuevo M�xico,
el cual contiene especialidades autoidentificadas y domicilios de los
m�dicos con licencia para ejercer en Nuevo M�xico. El criterio de selecci�n
fue que se tratara de m�dicos de atenci�n primaria especializados en
servicios de medicina interna, medicina familiar, medicina general o
geriatr�a. Excluimos a los m�dicos con especialidades secundarias que no
dispensaban atenci�n m�dica primaria, como aquellos que ofrec�an
subespecialidades, atenci�n urgente o administraci�n.
Enviamos por correo 964 encuestas en junio del 2006, adjuntando una carta
de presentaci�n firmada por directivos de organizaciones profesionales de
m�dicos de atenci�n primaria y del Departamento de Salud de Nuevo M�xico. A
los que no respondieron, les volvimos a enviar la encuesta entre 3 y 5 meses
despu�s. No ofrecimos compensaci�n alguna por participar en la encuesta.
Sobre la base de las encuestas devueltas por el correo, la actualizaci�n de
los directorios de los M�dicos Examinadores y las respuestas a la encuesta,
excluimos de nuestro denominador a 123 m�dicos porque no los pudimos
localizar y a otros 127 que ya no pose�an licencia en Nuevo M�xico (jubilados
o que se han mudado) o que no dispensaban atenci�n primaria. Mantuvimos un
denominador de 714 encuestados y 216 completaron las encuestas,
representando una tasa de respuesta del 30%.
Encuesta en la poblaci�n
Los participantes del estudio constitu�an una muestra de la poblaci�n que
respondi� a la encuesta BRFSS de Nuevo M�xico en el 2004, una encuesta anual
financiada por el gobierno federal que se administra con la colaboraci�n de
los departamentos de salud estatales. Se utilizaron m�todos de discado
telef�nico aleatorio para obtener una muestra probabil�stica de hogares con
tel�fonos de los que se pudiera recopilar informaci�n sobre conductas
relacionadas con la salud y factores de riesgo para encuestados de 18 a�os o
m�s. En el 2004, el Departamento de Salud de Nuevo M�xico dise�� un m�dulo
que se administr� a 6,390 adultos de 50 a�os o m�s en el que se les
preguntaba sobre la realizaci�n de pruebas de detecci�n de CCR con kit para
FOBT casera y endoscopias bajas. A los 3,355 participantes que reportaron no
estar al d�a con sus ex�menes o que nunca se hab�an hecho una FOBT o una
endoscopia baja, se les pidi� que indicaran el motivo principal de ello.
Entre estos participantes hab�a 1,695 que nunca se hab�an hecho una FOBT
casera y 798 que no se hab�an examinado el pasado a�o, as� como 1,504 que
nunca se hab�an hecho una sigmoidoscopia o una colonoscopia y 297 que no se
hab�an examinado en los �ltimos 5 a�os.
An�lisis estad�sticos
Para la encuesta a m�dicos, utilizamos estad�sticas descriptivas para
caracterizar a los proveedores de atenci�n m�dica, sus consultorios, sus
pr�cticas de detecci�n y para calificar los obst�culos a la detecci�n.
Realizamos una serie de an�lisis de factores exploratorios en el paciente,
el m�dico y los obst�culos del sistema evaluados por la encuesta para
confirmar que los elementos de la misma encajaran en estos 3 grupos
distintos de obst�culos. Utilizamos an�lisis multivariados de varianza
factorial para comparar directamente los niveles de calificaci�n de los
m�dicos con cada conjunto de obst�culos para la detecci�n de CCR (20).
Para contabilizar el dise�o complejo de la encuesta BRFSS, utilizamos el
programa Stata 9.0 (StataCorp LP, College Station, Texas) para calcular los
porcentajes y sus intervalos de confianza (IC) del 95% por caracter�sticas
demogr�ficas. Todas las estimaciones representan estimaciones de la
poblaci�n ponderada para residentes de 50 a�os o m�s que respondieron a la
encuesta BRFSS de Nuevo M�xico del 2004.
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Resultados
Encuesta a m�dicos
La mayor parte de los m�dicos encuestados que completaron las encuestas
eran hombres blancos de mediana edad con pr�ctica en �reas urbanas
(Tabla 1). Casi la mitad
pose�a una pr�ctica propia de una sola especialidad y en su mayor�a
trabajaban con grupos peque�os.
Pocos consultorios utilizaban expedientes m�dicos electr�nicos para
identificar a pacientes con fecha pendiente de pruebas de detecci�n de CCR y
casi ninguno contaba con un mecanismo para verificar que los pacientes
completaran sus FOBT (Tabla 2).
Sin embargo, pocos encuestados consideraron dif�cil hacer los arreglos para
realizar pruebas de detecci�n de CCR.
Los factores que m�s influyen en la realizaci�n de pruebas de detecci�n,
de una escala de 6 puntos donde 1 es "no influye para nada" y 6 "influye
mucho", fueron las evidencias de las publicaciones cient�ficas y las
directrices profesionales. Los encuestados consideraron que la colonoscopia
es la estrategia de detecci�n m�s eficaz para reducir la mortalidad por CCR.
Se mostraron menos entusiastas acerca de la FOBT, la sigmoidoscopia flexible
y el enema de bario.
El 94% de los encuestados recomend� la colonoscopia por lo menos en
alguna ocasi�n para realizar pruebas de detecci�n en pacientes normales,
frente al 86% que recomend� la FOBT. En general, el 74% de los encuestados
nunca hab�a recomendado la sigmoidoscopia flexible y el 74% el enema de
bario. Casi todos los encuestados indicaron que comenzaron a realizar
pruebas de detecci�n en los pacientes de riesgo normal que cumpl�an 50 a�os
de edad utilizando cualquiera de los procedimientos excepto la FOBT, para la
cual el 23% report� que la comenz� a utilizar en pacientes de 40 a�os. La
mediana (desviaci�n est�ndar) del intervalo de detecci�n en a�os fue 1.4
(1.6) para la FOBT, 8.2 (2.6) para la colonoscopia, 6.3 (2.4) para el enema
de bario y 4.5 (1.3) para la sigmoidoscopia flexible. Casi todos los
encuestados indicaron que ten�an un l�mite de edad para realizar pruebas de
detecci�n por colonoscopia, enema de bario y sigmoidoscopia flexible; cerca
de la mitad indic� que no examinaba a las personas mayores de 80 a�os. Sin
embargo, el 63% dijo que no ten�a un l�mite de edad para la FOBT con fines
de detecci�n.
El pasado a�o, los encuestados calcularon que ofrecieron pruebas de
detecci�n de CCR a una mediana (intervalo intercuartil) del 80% (70-95%) de
sus pacientes de 50 a�os o m�s. En general, estimaron que el 50% (40-70%) de
los pacientes que reun�an los requisitos estaban al d�a con las
recomendaciones de detecci�n de CCR.
Solo 3 obst�culos relacionados con los pacientes obtuvieron 4 puntos o
m�s en la escala de 6 puntos: verg�enza/angustia, miedo al dolor o cobertura
de seguro m�dico insuficiente (Tabla
3). Los obst�culos relacionados con los m�dicos se ubicaron en el punto
medio de 3.5 de la escala de 6 puntos, lo cual indica que los m�dicos no
consideran que son ellos un obst�culo frecuente para la detecci�n. De manera
similar, por lo general no percibieron que los factores del sistema,
categorizados como implementar detecci�n y autorizaci�n para endoscopia baja,
crearan obst�culos.
Encuesta en la poblaci�n
De los 3,355 respondedores del m�dulo de preguntas de la encuesta BRFSS
sobre la falta de pruebas de detecci�n, 58% ten�a entre 50 y 64 a�os de edad,
47% eran hombres, 67% eran personas de raza blanca no hispanos y 26% eran
hispanos. La respuesta m�s frecuente, por mucho, sobre por qu� no se hab�an
hecho pruebas de detecci�n de CCR o por qu� no estaban al d�a con la FOBT o
la endoscopia baja fue que el m�dico nunca les sugiri� examinarse
(Tabla 4). Una gran
proporci�n de participantes indic� que no se hizo pruebas de detecci�n
porque no presentaba s�ntomas. Pocos encuestados citaron como obst�culos que
las pruebas fueran desagradables o vergonzosas, miedo a tener c�ncer o al
dolor al ser examinados. Adem�s, los problemas de acceso y el costo no
figuraron con frecuencia como obst�culos para la FOBT, aunque fueron
ligeramente m�s frecuentes con respecto a los procedimientos endosc�picos.
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Discusi�n
Observamos que los m�dicos y los pacientes tienen perspectivas
marcadamente diferentes sobre los obst�culos que hay para las pruebas de
detecci�n de CCR. Si bien los m�dicos reportaron que hab�an ofrecido pruebas
de detecci�n a la mayor�a de sus pacientes con riesgo normal, reconocieron
que hab�a un cumplimiento limitado. Los m�dicos citaron con m�s frecuencia
factores relacionados con los pacientes como el obst�culo m�s frecuente, ya
sea miedo al dolor, verg�enza o angustia para examinarse, falta de seguro
m�dico o falta de conocimiento sobre el c�ncer y las pruebas de detecci�n.
Mientras tanto, los respondedores de la encuesta en la poblaci�n de adultos
de 50 a�os o m�s rara vez consideraron las molestias o la verg�enza como un
obst�culo principal. Los encuestados ten�an m�s probabilidad de decir que no
se hicieron las pruebas de detecci�n por la falta de recomendaci�n del
m�dico o porque no ten�an s�ntomas.
Otros investigadores han observado tambi�n una discrepancia en las
perspectivas de m�dicos y pacientes acerca de los obst�culos, pero esto no
hab�a sido reportado a nivel estatal. Klabunde y sus colegas compararon los
resultados de encuestas nacionales casi simult�neas a proveedores de
atenci�n m�dica (Encuesta sobre Pr�cticas de Detecci�n de C�ncer Colorrectal
1999-2000) y a adultos de la poblaci�n general (Encuesta Nacional de
Entrevistas de Salud 2000 [NHIS]) (15). Los investigadores le pidieron a una
muestra representativa nacional de proveedores de atenci�n m�dica primaria
que listaran por orden importancia los obst�culos de los pacientes y el
sistema de salud que se interponen a las pruebas de detecci�n por FOBT o
endoscopia baja. M�s del 90% de los m�dicos encuestados identificaron al
menos un obst�culo principal y lo asociaron con m�s frecuencia a los
pacientes (80%) que al sistema (68%). El obst�culo que con m�s frecuencia se
mencion� en relaci�n con los pacientes fue verg�enza/angustia por la prueba
(56%), falta de concientizaci�n sobre las pruebas de detecci�n o falta de
percepci�n de la seriedad del CCR (48%) y temor a que se les descubra c�ncer
(28%). El obst�culo del sistema m�s frecuente era el financiero (46%). En
cambio, solo el 1% de los encuestados por la NHIS report� preocupaci�n por
el dolor o verg�enza como factores principales para no hacerse una
endoscopia baja. Los obst�culos m�s frecuentes mencionados por los pacientes
eran no considerar necesario hacerse pruebas o la falta de concientizaci�n
(51%), lo cual coincidi� con las respuestas de los m�dicos; sin embargo, el
21% tambi�n report� que su m�dico no les prescribi� ni les recomend� una
prueba.
Los pacientes suelen coincidir en las encuestas en que el m�dico no
aborda el tema de la detecci�n. Si bien nuestros encuestados no consideraron
que la falta de tiempo para hablar de la detecci�n fuera un obst�culo
importante, las publicaciones cient�ficas as� lo se�alan. Yarnall y sus
colegas calcularon que a un consultorio de atenci�n m�dica primaria para
adultos le tomar�a 7.4 horas diarias abordar servicios preventivos eficaces
seg�n el criterio del USPSTF (21). La competencia en las demandas de
atenci�n m�dica puede dificultar hablar del tema de la detecci�n en las
consultas de rutina y en un meta an�lisis se encontr� que la realizaci�n de
consultas de prevenci�n estaba asociada significativamente a una mayor
capacidad para realizar detecci�n (22).
Adicionalmente, solo una tercera parte de nuestros encuestados indic� que
su consultorio contaba con directrices escritas sobre la detecci�n, y hab�a
una limitada disponibilidad de sistemas de seguimiento y de expedientes
m�dicos electr�nicos. Este puede ser un obst�culo no reconocido por los
proveedores de atenci�n m�dica para abordar el tema de la detecci�n. El uso
inadecuado del trabajo de oficina ha sido identificado como un obst�culo
principal para realizar pruebas de detecci�n (23,24). Se considera necesario
dise�ar pol�ticas de manejo administrativo en los consultorios como primer
paso para asegurar cambios en el sistema (25) y emplear un sistema de
seguimiento que facilite la detecci�n eficaz al identificar a los pacientes
con fecha pendiente de exploraci�n (o de vigilancia) y asegurar que se
documenten los resultados de las pruebas de detecci�n o diagn�sticas (24).
Aparentemente, la comunicaci�n entre m�dicos y pacientes sobre la
detecci�n de CCR es menor que la id�nea. Nuestros resultados indican que los
m�dicos parecen no estar completamente conscientes de las actitudes y
valores de los pacientes en torno a la detecci�n. Ling y sus colegas
estudiaron las actitudes hacia la detecci�n del CCR en m�dicos y pacientes
en una sola pr�ctica acad�mica (26). Los m�dicos sobreestimaron con m�s
frecuencia que los pacientes las molestias de la prueba como un obst�culo y
subestimaron la importancia de la precisi�n de la prueba para los pacientes.
Los m�dicos puede que tampoco reconozcan la importancia de ayudar a los
pacientes a que est�n mejor informados para decidir sobre sus pruebas de
detecci�n. La detecci�n de CCR es un problema complejo porque existen muchas
opciones de pruebas as� como variados criterios para determinar los riesgos
(27,28). Estos conceptos pueden resultar dif�ciles de explicar y las
publicaciones cient�ficas indican que a menudo no se mencionan en las
consultas (29) o se abordan en forma insuficiente (30,31). Un estudio
analiz� grabaciones de consultas m�dicas y encontr� que si bien en el 40% de
los casos se ofrec�a informaci�n general al paciente sobre la detecci�n, la
mayor�a de las veces no explicaban las alternativas (74%), las ventajas o
las desventajas (83%) ni eran receptivas a las preferencias del paciente
(83%). En contraposici�n, proporcionar orientaci�n a los pacientes sobre
detecci�n de CCR para que tomaran decisiones sustentadas sobre los riesgos
de c�ncer y las pruebas disponibles eficaces se asoci� a un aumento
significativo en la realizaci�n de estos ex�menes (32).
Las respuestas de la encuesta a m�dicos tambi�n revelaron algunos
obst�culos impl�citos a la detecci�n eficaz. Los m�dicos consideraron m�s
efectiva la colonoscopia que la FOBT y la sigmoidoscopia flexible. Este
hallazgo es similar a los resultados de una encuesta nacional (33) y puede
ser atribuido a las directrices que califican a la colonoscopia como la
prueba id�nea (34). Sin embargo, las evidencias objetivas sobre la eficacia
de la FOBT se basan en estudios cl�nicos controlados aleatorizados (2),
mientras que la eficacia de la colonoscopia se sustenta solo en informaci�n
de estudios de caso-control y de observaci�n (35-37). En consecuencia, el
USPSTF le otorga a la detecci�n de CCR una calificaci�n general de �A�, sin
recomendar pruebas espec�ficas (27). Nuevo M�xico posee una limitada
capacidad para realizar colonoscopias (38), lo que sugiere que las pruebas
alternativas pueden ser necesarias para aumentar la tasa de realizaci�n de
pruebas de detecci�n.
Otro problema fue la probabilidad de realizar m�s pruebas de las
necesarias a los pacientes ancianos. A las preguntas sobre cu�ndo dejar de
hacer pruebas de detecci�n, el 63% de los encuestados no indic� ninguna edad
l�mite para suspender la FOBT, mientras que el 55% de los que establecieron
una edad l�mite para la colonoscopia continuaron recomendando las pruebas de
detecci�n m�s all� de los 80 a�os de edad. El USPSTF no recomienda pruebas
de detecci�n a los pacientes de 85 a�os o m�s y sugiere que solo se ofrezcan
despu�s de una breve menci�n de los riesgos y beneficios a aquellos entre 76
y 84 a�os de edad porque los pacientes con esperanza de vida limitada se
beneficiar�an m�nimamente de la detecci�n (27). Otras encuestas con m�dicos
tambi�n han indicado una escasa consideraci�n a la edad de los pacientes
cuando se hacen recomendaciones de detecci�n (39,40). Si bien la FOBT es
econ�mica y segura, con frecuencia arroja resultados falsos-positivos, lo
que implica la necesidad de realizar colonoscopias diagn�sticas. Realizar
pruebas de detecci�n en pacientes que probablemente no se beneficien
representa un gasto ineficiente de recursos.
Limitaciones
Nuestro estudio tuvo algunas limitaciones potenciales. La tasa general de
respuesta a la encuesta de m�dicos fue baja, lo que pudo crear un posible
sesgo de selecci�n si los respondedores no eran una muestra representativa
de la poblaci�n de m�dicos de atenci�n primaria de Nuevo M�xico. Sin
embargo, un informe reciente de la Comisi�n de Pol�ticas Sanitarias de Nuevo
M�xico (NMHPC) parece indicar que el perfil demogr�fico de nuestra muestra
fue congruente con los datos estatales de los m�dicos de atenci�n primaria
(41). En el 2008, la NMHPC report� que 43% de los m�dicos de atenci�n
primaria ten�an 55 a�os o m�s (frente al 39% de nuestra muestra), 56.9% eran
hombres (frente al 68%) y 48% se situaban en condados de Albuquerque (frente
al 47%). Tambi�n sabemos que no tuvimos un denominador exacto de los m�dicos
que potencialmente reun�an los requisitos y que probablemente subestimamos
nuestra tasa de respuesta. Nos basamos en los directorios de la Comisi�n de
Examinadores M�dicos, los cuales no describen uniformemente la especialidad
o el nivel de capacitaci�n, por lo que es posible que hayamos clasificado
err�neamente a especialistas y m�dicos en formaci�n como m�dicos de atenci�n
primaria. La informaci�n de contacto se actualiza solo cada 3 a�os, por lo
que no tuvimos la certeza de que los domicilios eran correctos. Sin embargo,
nuestros resultados, en t�rminos de patrones en las pr�cticas, apoyos del
sistema y obst�culos coinciden con los de otras encuestas que reportan tasas
m�s altas de respuesta (15,33). Tampoco pudimos verificar las respuestas de
los proveedores de atenci�n m�dica acerca de las pr�cticas de detecci�n y
adherencia.
La informaci�n de la encuesta BRFSS est� sujeta a sesgos de selecci�n y
de recordaci�n, aunque las versiones sobre la falta de recomendaci�n de
pruebas de detecci�n por parte de los m�dicos se sustentan en encuestas
nacionales (15) y en la observaci�n directa de consultas con pacientes (31).
El sesgo de deseabilidad social puede haber hecho que los encuestados
minimizaran los obst�culos del temor y la verg�enza para examinarse.
Finalmente, nuestros datos son ecol�gicos; los m�dicos encuestados y los
adultos que respondieron a la BRFSS no est�n vinculados directamente, lo
cual puede resultar en una percepci�n distinta de los obst�culos, en
particular los que se relacionan con el acceso.
Conclusi�n
Nuestros resultados parecen indicar que la detecci�n de CCR en Nuevo
M�xico podr�a ser facilitada por sistemas de informaci�n que identifiquen
r�pidamente a los pacientes que tienen fecha pendiente de examinarse y que
rastreen los resultados de las pruebas. Los m�dicos tambi�n pueden aumentar
la realizaci�n de pruebas de detecci�n educando a los pacientes sobre el
c�ncer y la justificaci�n y opciones de la detecci�n. En un estado con
recursos limitados para la detecci�n del c�ncer, los m�dicos tambi�n deben
evitar estrategias potencialmente ineficaces (como no tener una edad l�mite
para realizar FOBT con fines de detecci�n) e impr�cticas (poner �nfasis en
la colonoscopia).
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Agradecimientos
Este trabajo fue patrocinado por el Departamento de Salud P�blica de
Nuevo M�xico, a trav�s de la subvenci�n del Programa Integral contra el
C�ncer n�m. 05/665.0100.0179. Cont� con el apoyo del sistema de atenci�n
m�dica de los veteranos del ej�rcito de Nuevo M�xico, en Albuquerque, Nuevo
M�xico, y la Iniciativa de Prevenci�n cl�nica de Nuevo M�xico.
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Datos sobre los autores
Autor responsable de la correspondencia: Richard M. Hoffman, MD, MPH, New
Mexico VA Health Care System, 1501 San Pedro Dr SE, Mailstop 111,
Albuquerque, NM 87108. Tel�fono: 505-265-1711, ext 5318. Correo electr�nico:
rhoffman@unm.edu. El Dr. Hoffman
tambi�n est� afiliado al Departamento de Medicina de la Facultad de Medicina
de la Universidad de Nuevo M�xico en Albuquerque, Nuevo M�xico.
Afiliaciones de los autores: Robert L. Rhyne, Deborah L. Helitzer, S.
Noell Stone, Andrew L. Sussman, Robyn Viera, Teddy D. Warner, Facultad de
Medicina de la Universidad de Nuevo M�xico Albuquerque, Nuevo M�xico;
Elizabeth E. Bruggeman, Departamento de Salud de Nuevo M�xico, secci�n de
Control y Prevenci�n del C�ncer, Oficina de Prevenci�n y Control de
Enfermedades Cr�nicas, Albuquerque, Nuevo M�xico.
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